Apostamos por el CONSUMO SOSTENIBLE :)

Las semillas de lino, una nueva tendencia en alimentación

La planta del lino o linaza se cultiva desde hace miles de años para elaborar tejidos con sus fibras, pero también se consumen sus semillas gracias a sus múltiples beneficios para la salud.

Su alto contenido en fibra y mucílagos,  nos ayuda a depurar nuestro organismo, eliminando las toxinas acumuladas que no son necesarias para el cuerpo. Cuando estas semillas llegan a los intestinos, su cascarilla produce una gelatina que provoca su evacuación intestinal. Para un mayor efecto, os recomendamos poner dos cucharaditas de lino en un vaso de agua toda la noche y tomarlo en ayunas.

 

LEER TAMBIÉN: ”QUE SON Y COMO TOMAR LAS SEMILLAS DE CHÍA”

 

Si además de favorecer nuestro tránsito intestinal también queremos beneficiarnos de sus múltiples nutrientes, lo mejor es moler la lianza cuando la vayamos a tomar. De este modo, nuestro cuerpo asimilará los nutrientes y sólo expulsará la cascarilla.

Una de las principales propiedades del lino es su alto contenido en ácidos grasos omega 3 y 6. Estos ácidos insaturados no los fabrica nuestro cuerpo, sino que debemos ingerirlos mediante alimentos que los contengan.
El omega 3 y 6 ayudan a controlar los niveles de triglicéridos y colesterol y nos protegen de enfermedades cardiovasculares, nerviosas y visuales

 

TE PUEDE INTERESAR: ”4 SEMILLAS PARA INCORPORAR A TU DIETA”

 

Además de su riqueza en ácidos grasos, el lino contiene minerales como: calcio, cromo, hierro y fósforo. Y vitaminas B1, B2, B6, C, E y K.
También cabe destacar su contenido en fibra, imprescindible para la correcta absorción de vitaminas solubles, para mantener unos correctos niveles de azúcar en la sangre y para reducir la hipertensión.

¿Cómo tomar las semillas de lino?

Las semillas de lino enteras, ya sean de color dorado o marrón, las podemos tomar mezcladas con yogur, agua, zumos, ensaladas o incluso rebozadas con pescado o carne. Si sois aficionados a la panadería y pastelería, también las podemos añadir a la masa de nuestros panes, galletas, magdalenas, etc.